La revista Thélos, de nuestra casa de estudios superiores, ha querido hacer un póstumo reconocimiento al profesor Mario Berríos Caro, antiguo colega y uno de los más destacados investigadores de nuestra corporación. Hablar de Mario Berríos, en el caso de este autor, es difícil, no porque falten ideas para dar cuenta de su persona o de su trayectoria profesional, sino porque inmediatamente se me viene encima un cúmulo de recuerdos, emociones y experiencias de trabajo compartidas; y, sobre todo, porque se me agolpan sus roles como persona, como amigo y como profesional. En realidad hay tantas aristas para reconstruir la riqueza viva de los valores del amigo que ya ha partido al infinito, que no sé cómo empezar. Aquí sólo destacaré algunos de los ámbitos de la persona que rememoramos, el resto queda en nuestra conciencia y en lo que recuerden sus seres queridos.
COMO PERSONA
Era un hombre de trato afable, gentil, pero serio para las discusiones intelectuales; pronto a anotar en su agenda sus compromisos, con disciplina alemana; gustaba de fumar cigarrillos Life, tomar coca-cola y mucho café; y se esmeraba por articular una conversación seria. Escuchaba atentamente a su interlocutor pero no pretendía imponer sus ideas ni puntos de vista, era un facilitador de los propios argumentos de su interlocutor –un Sócrates contemporáneo–. Dicha parsimonia discursiva la practicaba entre sus colegas, amigos y discípulos. Cariñoso con sus seres queridos. Su casa era un lugar donde alternaban gratamente el cariño familiar, la continuación de sus reflexiones con los amigos invitados, y deberíamos agregar la mirada silenciosa de cientos de tomos de sus estantes de libros. Muy querido por sus colegas, discípulos y amigos de distintos ámbitos intelectuales: investigadores de la Universidad de Chile, de la Universidad Arcis, del Instituto Profesional de Santiago (hoy Universidad Tecnológica Metropolitana), de la Sociedad de Estudios Latinoamericanos y del Caribe y de otras universidades nacionales y extranjeras; entre estas, la Universidad de Cuyo, en Mendoza, y la UNAM, de México, que eran sus preferidas. Este autor tuvo el honor de acompañarlo en muchos eventos.
Su conversación trasuntaba siempre un espíritu positivo, visionario y preocupado de enfrentar de la mejor manera lo nuevo, el porvenir. Es de justicia reconocer igualmente, que no sólo podía hacer más cosas que el académico medio, debido a su capacidad organizativa y de exigencia consigo mismo, que rompía el concepto cronométrico del tiempo y llegaba a la inconmensurabilidad del mismo, para tener aún energías para proyectos imaginarios y libros por terminar; sino también porque a su estructura física y a su clara inteligencia le acompañaba siempre una asombrosa facilidad de adecuación o adaptación social. Con ello deseamos expresar que a Mario Berríos nunca le costó llegar a un colega, a una autoridad universitaria, a un político, a un empleado, a un alumno, a un auxiliar; congeniaba con todos y sabía de qué hablar en cada caso. Ora un discurso áspero, luego un chiste en el almuerzo, ora un recuerdo de su Universidad de Leipzig entre sus amigos y amigas más cercanas, ora una conferencia penetrante entre académicos y a las cuales en muchas de ellas me incluía como su partner para hablar sobre la ciencia en Chile, sobre los aportes de Gay, de Bello o Domeyko a la ciencia chilena en ciernes. Únicamente donde reinaba la mezquindad, la improvisación y la maledicencia, la personalidad y la capacidad de Mario despertaba resquemores. Por ello no resultó extraño que, para otorgarle el último adiós, la iglesia elegida estuviera atiborrada de amigos, amigas, académicos, conocidos, vecinos, alumnos y alumnas de distintas universidades y público en general, acompañando a su esposa, hijos y familia.
COMO COLEGA
En nuestra casa de estudios, en ese entonces Instituto Profesional de Santiago (IPS) (actual UTEM), Mario se destacaba por el entusiasmo y la pasión con que asumía sus tareas académicas; al respecto, recordemos su participación en la creación de la Escuela de Adultos del IPS, de la cual fue su director; su desempeño como coordinador del Departamento de Humanidades; y su condición de miembro del Consejo Superior. Fue también un impulsor de la incorporación de cursos de Filosofía de la Ciencia y de Ética en la malla curricular de las carreras de ingeniería, que lamentablemente hoy no existen. También incorporó la Lógica como disciplina obligatoria en los cursos de la Escuela de Adultos. Participó en innumerable eventos nacionales y extranjeros. Como profesor del Departamento de Humanidades se destacó por su afán de investigación, principalmente por temas que deslindan entre la Epistemología y la Historia de las ciencias; ello en un período en que esa forma de trabajo académico era casi desconocida en la corporación. El que escribe estas notas tuvo el honor de acompañarlo en muchas de esas tareas; entre estas, en la de investigación, que nos permitió la publicación del libro Claudio Gay y la ciencia en Chile sin ningún apoyo económico, salvo el nuestro como dupla ilusionada. En el plano de las membrecías, sólo se desea destacar aquí su participación como Miembro de la Directiva de la Sociedad de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Solar-Chile1, y la creación del Boletín Informativo de dicha entidad, que vio casi una decena de números bajo su dirección, el último de ellos llevaba fecha de mayo de 1993, y daba cuenta de las distintas conferencias organizadas por Solar-Chile para el semestre. Entre estas, figuraban títulos de disertaciones de los profesores Eduardo Devés, Javier Pinedo, Zenobio Saldivia, Carlos Ossandón y la del propio Mario Berríos intitulada: Andrés Bello fundador y constructor de la idea de república en Hispanoamérica.
Como secretario y coordinador académico de Solar, debió asumir compromisos y organizar conferencias para esta corporación. Ello no le resultaba difícil, pues su capacidad de trabajo resistía la más contundente planificación; sea para un día, una semana o un semestre. Así, alternaba compromisos académicos con el Departamento de Filosofía de la Universidad Arcis o con el Departamento de Humanidades del antiguo Instituto Profesional de Santiago o con la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile o daba alguna conferencia en alguna Universidad de Valparaíso; luego atendía alumnos, ejecutaba las tareas asignadas por Solar y preparaba artículos para la Revista de Sociología2, de la misma Universidad de Chile, o para la revista Creces, para la revista de Occidente3 o para Trilogía 4 o Psicología y Ciencias Humanas o para la propia revista de Solar, como ya hemos señalado, entre tantas y tantas otras.
Dos de sus últimos libros los realizó en colaboración, destacando siempre la temática de investigación histórica y epistemológica por Latinoamérica. Así, el texto Claudio Gay y la ciencia en Chile, en coautoría con Zenobio Saldivia (Bravo y Allende editores, 1995), pretende dar cuenta del rol de Gay en el periodo de gestación de la ciencia en el país y sugiere una metodología para analizar el marco epistémico en la república recién fundada en el siglo XIX. El segundo, publicado en México con la colaboración de Walter Kohan, cumple con la tarea de ofrecer explícitamente el marco teórico en que descansa el proyecto internacional: Filosofía para niños, del cual fue presidente y gestor en Chile. La tónica del libro es una revisión crítica de los objetivos y situación de la educación latinoamericana para sugerir, por intermedio de la ejecución del proyecto Filosofía para Niños, el fomento del diálogo y del espíritu crítico en nuestros jóvenes latinoamericanos y percibir, así, libre de prejuicios y de cargas ideológicas, nuestra peculiar realidad social, política y cultural.
Nuestra corporación también vio la luz de uno de sus libros: Identidad, Modelos, Proyecciones, Pensamiento Latinoamericano, publicado por la editorial del entonces Instituto Profesional de Santiago (1988). En dicho trabajo sugiere reforzar la preocupación por el tema de la identidad latinoamericana y el estudio de la epistemología en el continente. Esto fue claramente consecuente con su deseo de incorporar tales reflexiones en el ámbito de la docencia, como se señalara con antelación.
Como coordinador de Solar (Sociedad de Estudios de Latinoamérica y el Caribe) recordemos también, por ejemplo, su labor compartida con el profesor Emilio Moyano, como compiladores de las Actas del III Congreso Internacional de Solar, realizado en la Universidad de Santiago de Chile en Noviembre de 1991.
Por otra parte, deseamos traer a presencia la gestión académica internacional de Mario, pues sus contactos con colegas de México, Argentina, Ecuador, Cuba, Alemania y otros, dieron frutos para intercambio de trabajos, conferencias y reseñas al interior de nuestra actual UTEM. Respecto de la revista Solar-Chile, el último trabajo de Mario correspondió a una reseña sobre el libro de Hugo Biagini: Filosofía americana. El conflictivo caso argentino (Eudeba, 1989).
Sin embargo, los colegas y amigos más cercanos a Mario sabemos que su presencia sigue como un reducto sólido en nosotros, como una reserva energética, y confiamos en que aparecerán muchos más reconocimientos a nuestro amigo, maestro y colaborador infatigable. Este deseo vivo y permanente es, tal vez, nuestro mejor homenaje.
Santiago, otoño de 2023.
- Solar Chile (1991). III Congreso Internacional America Latina y El Caribe: más allá de los 500 años. Universidad de Santiago de Chile. Realizado entre el 19 y el 22 de noviembre de 1991. Recuperado de: https://archivopatrimonial.uahurtado.cl/uploads/r/archivo-institucional-universidad-alberto-hurtado/6/7/5/6753a7c98140aaeacd29547b16265097be4bd87cf6aa76d90a76df6efac27f07/91-22115.pdf.
- Mario Berrios C. [y] Zenobio Saldivia M. (1994). Andrés Bello, entre la oralidad y la tradición escrita. Revista de Sociología, 9. Recuperado de: http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/628/w3-article-206820.html.
- Mario Berríos C. (sept. oct. 1993) El acto como fundación. Occidente. 349. Recuperado de: http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/628/w3-article-201799.html.
- Berríos C., M. (1987). El desarrollo científico – tecnológico del siglo XIX y el proyecto de nación. Trilogía, 7,12 jul P22-28.