Artículo Vol. 1, n.º 11, 2020

Repensar la historia de la esclavitud en tiempos de los derechos humanos: caso de las comunidades afromexicanas

Autor(es)

Norberto Molina Guerrero

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Sobre los autores

RESUMEN

El objetivo de esta investigación académica es reflexionar, desde la perspectiva de los derechos humanos, sobre el papel del Estado, el cual institucionalizó la esclavitud como parte de un sistema económico. Las fuentes son básicamente secundarias para un contexto del tema, utilizando un método historiográfico de corta y larga duración que ha tenido como resultado visibilizar la presencia histórica de las comunidades afromexicanas.

ABSTRACT

The objective of this academic research is to reflect, from a human rights perspective, on the role of the State which institutionalized slavery as part of an economic system. The sources are basically secondary to a context of the subject using a short and long-term historiographic method, and which has resulted in making the historical presence of Afro-Mexican communities visible.

 

INTRODUCCIÓN

¿Es la esclavitud solo la forma física de opresión y castigo? ¿Se limita la esclavitud a un sometimiento grupal e individual? ¿En la actualidad han sido eliminadas todas las formas de esclavitud después de siglos de existencia? ¿Es la esclavitud parte de una especie de paradigma social y político? ¿Cuál es el imaginario social de la esclavitud en las sociedades actuales? Hay que entender que la esclavitud, más allá de una extracción humana desde un territorio y espacio de origen, ha sido parte de las políticas de Estado (de algunos estados para cada época) como forma de eliminación total de una sociedad, además como forma de ejercer control territorial y espacial, entendiendo que el cuerpo de la persona esclava ha sido también parte de ese control.

¿Qué decir del mundo de las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias exactas como parte de ese mundo de las ideas, del pensamiento y del imaginario respecto de la realidad de la esclavitud? ¿Bastaron las explosiones de descubrimientos, inventos e innovaciones para detener el paradigma de la esclavitud como parte del paisaje en las relaciones sociales y económicas? Una aproximación como respuesta en este sentido es que “[…] si las ciencias matemáticas, la filosofía natural y la religión natural dependen de tal modo del conocimiento del hombre, aquí, ¿no puede esperarse en otras ciencias cuya conexión con la naturaleza humana es más estrecha e íntima?” (Hume, 2001, p. 16). Indica esto que no ha sido suficiente, y ello exceptuando estudios de orden moral y ético, las ciencias en sus diferentes esferas.

 

REPENSAR LA HISTORIA

“Aunque fueras diputado, seguirías siendo un prisionero

Aún como ministro de tez clara, te seguirán llamando esclavo

Te quitan la dignidad” (Labib, 2020).

 

De alguna manera las ciencias han sido excluyentes y cómplices de las políticas de Estado (en un contexto moderno, más o menos desde la época del Renacimiento hasta el siglo XXI). El recuerdo más amargo con el que estoy de acuerdo para poner como ejemplo es la ideología nazista, porque simplemente las ciencias, en ese contexto histórico y geográfico específico, fueron cómplices de la brutalidad de las políticas de Estado nazi. Mi pregunta es ¿no estará pasando lo mismo con la esclavitud, especialmente con la población afrodescendiente?¿Cómo podría explicarse, entonces, la discriminación y la invisibilidad de los afrodescendientes en el siglo XIX, cuando las nacientes repúblicas hispanoamericanas y lusitanas proclamaban a gritos los ideales liberales de libertad con todas las demás nociones que le han acompañado?

Si bien no es la intención de profundizar en asuntos ontológicos, sí es necesario reflexionar sobre algunas características relacionadas con el pensamiento, y es que “el único fin de la lógica es explicar los principios y operaciones de nuestra facultad de razonamiento, y la naturaleza de nuestras ideas. La moral y la estética consideran nuestros gustos y sentimientos, y la política estudia a los hombres unidos en sociedad y dependientes los unos de los otros” (Labib, 2020).

Entendiendo que ningún pensamiento ni las ciencias surgidas en el mundo de las ideas es absoluto, ya que el conocimiento mismo es absoluto, se infiere por ello que en “[…] la lógica, moral, estética y política se comprende casi todo lo que nos puede importar de algún modo conocer o que puede tender al progreso o adorno del espíritu humano” (Labib, 2020).

Esto es, las leyes son una aproximación hacia un respeto y tolerancia del otro como individuo y colectividad. De este planteamiento se pueden desprender algunas reflexiones relacionadas con la esclavitud como dependencia perpetua de un sector social que educa, o pretende educar, que civiliza, o pretende civilizar, y que gobierna o que lo pretende sobre otro sector de la población que es incapaz de serlo o de adquirirlo, por lo menos ha sido el discurso constante del sometimiento.

Es por ello que la discriminación histórica de la población afrodescendiente, en este caso, los pueblos afromexicanos, a la par con ese discurso de sometimiento y esclavitud, ha existido también la noción de libertad, alimentada desde el movimiento de libertad espiritual por parte de esta población, y por eso es importante reflexionar sobre ese “[…] estado de naturaleza al que podamos de veras regresar (al de un mundo utópicamente de gobierno y convivencia ideal) o si la famosa guerra de todos contra todos no es más que una situación que se presenta en el otro extremo del proceso civilizador, en el momento en que la corteza fina como una lámina se quiebra por el impacto de una catástrofe natural o de origen humano” (Zygmunt, 2007, p. 29). Esa catástrofe se llama discriminación en todas sus formas.

Todo proceso civilizador, noción de progreso, de avance espiritual o de pensamiento, pasa, inherentemente, por las relaciones sociales, y esas relaciones trascienden paradigmas e imaginarios de cambios de épocas, entonces “(se podría) discutir si existe realmente una segunda línea de trincheras (otras maneras de concebir las realidades sociales y políticas), por anegadas, fangosas, malolientes e inhóspitas para los seres humanos que sean, a la que estos (preparados como están para la vida civilizada) pueden retirarse si su hábitat natural secundario (hace) implosión” (Bauman, Z. B., 2007, p.29). . Esto es, la sociedad mexicana debe repensar su historia como nación civilizadora y unificadora, de manera que se enfrente a sus propios temores sin miedo a perder lo que se ha construido en términos de relaciones culturales y económicas.

La ideología del liberalismo históricamente se ha basado en la democracia (pretendiendo ser un absoluto de la noción democrática) y sus derivaciones de libertad en diferentes ámbitos. ¿Será cierto que existe un solo lado interpretativo de este tipo de participación ciudadana? “O si, por el contrario, uno de los aspectos integrales del proceso civilizador es una intención diametralmente opuesta: la de impedir tal regreso haciendo que sus objetos humanos sean adictos a la civilización” (Bauman, 2007, p.29).  esto es, que ese proceso civilizador, tanto desde las culturas occidentales como orientales, ya que todos pretenden llevar el máximo grado de conocimiento sobre el otro, es inevitablemente hostil.

Pero, así como la esclavitud ha tenido justificaciones desde el pensamiento político como parte de las relaciones sociales y de una lógica humana, aunque sea difícil de comprender, se ha pensado también en la libertad como fuerza social para desprenderse de las justificaciones que le concediera una tranquilidad mental de opresores sobre los oprimidos, y es que “[…] a pesar de todo, las causas de su miseria (de los esclavos) tenían raíces sistémicas, esa clase (la que más sufría, según inolvidable sentencia de KarI Marx) era una clase única de personas que no podían emanciparse a sí mismas sin emancipar al conjunto de la sociedad humana, y que tampoco podían poner fin a su sufrimiento de clase específico sin acabar en el proceso con todo sufrimiento humano” (Zygmunt, 2007, p. 210). Es el factor sufrimiento en todas sus dimensiones que se debe reinterpretar la historia de la invisibilidad de los afromexicanos como la tercera raíz de la república mexicana.

No en vano se han producido reacciones como la de Espartaco contra el Imperio Romano, que podría considerarse como una expresión social y también como una “(crítica) a la esclavitud, algunos grandes escritores latinos denunciaban la crueldad hacia los esclavos en lugar de poner en tela de juicio la institución en sí. Cicerón y Séneca esperaban que a los esclavos se les tratara humanamente, si bien no pensaban en el fin de la esclavitud” (Thomas, 1997, p. 28). Y ese discurso siempre ha sido el mismo, o por lo menos ha cambiado de forma pero el sentido ha sido continuo; es decir, desde la Revolución Francesa hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos la cuestión de las libertades ha sido un discurso paradójicamente excluyente: ¿libertad para quién y cómo?, nunca ha sido abordado ni aclarado ni conceptuado.

En el marco de las creencias y justificaciones, menciona “Cicerón, (que) toda desigualdad (y, por ende, la esclavitud) se explicaba por la degeneración, escribió en la República que la reducción de un pueblo conquistado a la esclavitud era legítima si el pueblo en cuestión no era capaz de gobernarse por sí mismo; Séneca introdujo la idea de que la esclavitud era cuestión de cuerpo y que el alma era otra cosa; también creía que la diosa Fortuna (a la que rezaría Zurara) ejercía sus derechos tanto sobre los hombres libres como sobre los esclavos; después de todo, la manumisión no era algo fuera de lo común, ni en Roma ni en Grecia” (Thomas, 1997, p. 28). Esto es, que la costumbre de la esclavitud ha sido como una maldición ya que frente a ello ya habido pocas reacciones y ha sido la plataforma para mantener el statu quo de los estamentos sociales. En otras palabras, el pueblo donde se originó la democracia, la cuna de la participación ciudadana, se concibió esta idea de representación político y forma de gobernar teniendo como soporte de la sociedad a la esclavitud.

Hay tres elementos que es importante analizar a la luz de la epistemología y la filosofía: primero, la cuestión de la naturaleza de las cosas; segundo, las leyes de un Estado; y, tercero, el discurso desde el poder. Para el primer elemento, Bobbio (1983, p. 549) establece que existen algunos pueblos dispuestos por tendencia a la esclavitud, asunto compartido por algunos pensadores e ideologías religiosas, esto a pesar de que siempre ha sido considerada la esclavitud (como) inicua, puesto que es obra, según Aristóteles (s.f., p. 13) de la violencia.

La aceptación normal de la naturaleza de la esclavitud tiene que ver también con el inacabado problema de la desigualdad social. Por esa razón es y ha sido tan difícil romper con el pensamiento jerarquizado de que unos deben mantener la base de los estamentos sociales. Y es triste que se siga considerando, aparentemente, que es evidente que los unos sean naturalmente libres y los otros naturalmente esclavos; y que para estos últimos es la esclavitud tan útil como justa. Por lo demás, difícilmente podría negarse que la opinión contraria encierra alguna verdad, esta verdad alude al absoluto de la abstracción de la esclavitud.

Ahora bien, ¿qué factores geopolíticos caracterizaron (y siguen caracterizando) la esclavitud africana? Primero fue el colonialismo de los imperios europeos, y luego el neocolonialismo de los imperios económicos; en este orden de ideas, que es la realidad económica durante el siglo XX hasta la actualidad, esto, convertido en un eufemismo político de seudolibertad.

Bajo estas circunstancias actuales, “[…] la ‘escena global’ era el teatro de la política entre Estados que -fuese por medio de conflictos armados, negociaciones o ambas vías- apuntaba, ante todo, a trazar y conservar (garantizar internacionalmente) las fronteras que separaban y encerraban el territorio de soberanía legislativa y ejecutiva de cada uno de aquellos. La ‘política global’, en la medida que la política exterior de los Estados soberanos tuviera un horizonte global, se ocupaba principalmente de sustentar el principio de la soberanía plena e incuestionada de cada uno sobre su territorio, de borrar los escasos ‘puntos en blanco’ que quedaban en el mapa y rechazar el peligro de ambivalencia derivado de algunas superposiciones de soberanía o reclamos territoriales no resueltos” (Zygmunt, 2010, p. 85). Hablar sobre soberanía en términos espacio-territoriales o soberanía económica es una de las farsas del discurso neoliberal que ha cambiado la forma configurada de la esclavitud; pero que en el fondo este fenómeno aún continúa, esto puede apreciarse mediante la sistemática invisibilización de los afrolatinoamericanos. ¿Y la idea de los Derechos Humanos?

Para entender la cuestión de la esclavitud (esclavitud africana) y su relación con la expansión económica, se deben recordar los efectos que aún imperan del largo colonialismo, esto es “[…] la principal decisión aprobada por unanimidad en la conferencia fundacional de la Organización de Unidad Africana consistió en declarar sacrosantas e inmutables a las nuevas fronteras estatales… respecto de las cuales, todos coincidían en que eran productos artificiales del legado colonial. En síntesis, la imagen del ‘orden global’ se reducía a la suma de órdenes locales, cada uno de ellos sostenido por el eficaz poder de policía de un solo Estado territorial. Cada uno debía acudir en defensa de los derechos de policía de los demás” (Zygmunt, 2010, p. 85).

¿Existe una lógica económica de la esclavitud?, ¿una lógica política de la esclavitud?, ¿una lógica social de la esclavitud? El hecho es que el sometimiento es en lo único que se traduce. Por ejemplo, alguien en Santo Domingo “[…] no tenía falsa modestia en cuanto a su significación (del comercio de esclavos). Reflexionó un instante, a continuación exclamó en tono firme que había negociado con los ingleses la compra de 20.000 hombres en África, pero no por traición, si no para convertirlos en soldados franceses” (Thomas, 1997, p. 246). Cabe recordar que los esclavos en cualquier cultura han tenido un significado de trabajo doméstico a pequeña escala. 

Pero en este caso, en donde aún se juzga el papel aparentemente permisivo de los africanos en el comercio de esclavos, estos eran “juzgados comparativamente en función de estos criterios (calificativos llenos de estigma), los millones de negros africanos y la minoría educada son tan parias en esa vasta prisión como los negros y mulatos de Santo Domingo en el siglo XVIII. La perspectiva de un imperialista es la explotación eterna de África: el africano es retrasado, ignorante… Sueñan dentro de un sueño” (Thomas, 1997, p. 326). La invisibilidad consiste entonces no solo en un sometimiento físico hacia los afrodescendientes, si no en el estigma disfrazado de diversas formas políticas y sociales.

Actualmente, por ejemplo, en el contexto de la globalización actual, un autor que mencionaba que lo importante no era el cambio de época, si no la época de cambios. Esto es, cambiar el tenebroso paradigma de la justificación de la esclavitud ha representado que “[…] el triunfo (de la explotación occidental) no tendrá como resultado el aislamiento de África. Los negros necesitarán obreros especializados y profesores. (Un) socialismo internacional (no marxismo ni comunismo) necesitará las aportaciones de un África libre mucho más de lo que la burguesía francesa necesitó de la esclavitud y del comercio de esclavos. El imperialismo alardea de explotar las riquezas de África en beneficio de la civilización. En realidad, dada la naturaleza misma de su sistema de producción basado en los rendimientos, estrangula el bienestar del continente: la capacidad creativa de los africanos. El africano tiene por delante un largo y difícil camino, y necesitará ayuda. Pero lo recorrerá rápido, porque caminará erguido. Sólo tres años después de la independencia de Haití, los británicos y norteamericanos cesaron el comercio trasatlántico de esclavos, pero el estigma ha continuado no sólo por ser negros, sino porque son (aparentemente) incapaces para llevar a cabo empresas de ámbito cultural y socio – económico. (James, 1938).

Para muchos pensadores las lógicas de la esclavitud como institución o tradición pueden ser diferentes, en este caso “los negros de África están más adelantados, más preparados de lo que lo estaban los esclavos de Santo Domingo. He aquí una convocatoria escrita por un anónimo negro de Rhodesia en la que alienta la misma llama que inflamó a Toussaint L’Ouverture. Escuchad esto todos los que vivís en el país, pensad bien el trato que nos dan y pedid la tierra. ¿Es bueno el trato que nos dan? No; preguntémonos unos a otros y recordemos este trato. Por lo que deseamos para el 29 de abril (un día de finales del siglo XVIII antes de la revolución haitiana), que nadie vaya a trabajar, y si alguien va a trabajar y lo vemos, en buen lío que se va a meter” (Thomas, 1997, p. 327). El punto de análisis es el hecho de nunca olvidar la esclavitud a los que han sido sometidos.

Y es precisamente la memoria histórica la que los pueblos afrodescendientes en América Latina y el Caribe no debe perder, lo mismo con los pueblos afromexicanos, y es en ese punto donde radica la resistencia de esta población. Por lo tanto, se debe recordar, porque “sabéis (como verdad histórica innegable) cómo nos hacen sufrir, cómo nos engañan por dinero, nos arrestan por descansar, nos persiguen y nos llevan a prisión por culpa de los impuestos. ¿Qué razones se nos dan? En segundo lugar, si no queréis escuchar estas palabras, pues bien, escuchad […] si no nos aumentan la paga, fuera impuestos, ¿pensáis que os matarán? No. Tengamos valor, veréis que Dios está con nosotros. Ved cómo sufrimos con el trabajo y cómo se nos humilla continuamente y se nos golpea” (Thomas, 1997, p. 327). La esperanza en un horizonte de reconocimiento de los Derechos Humanos de los afrodescendientes, tanto de parte del Estado como de la sociedad, es lo que aún mantiene viva a la resistencia social.

 

CONCLUSIÓN

A manera de conclusión, en la sociedad estamental durante la Colonia, que nunca se pudo desarraigar en términos políticos y sociales, sobre estigma hacia los afrodescendientes. La sociedad estaba dividida: “en un primer gran bloque, los vasallos de ‘su majestad’ eran ubicados en la sociedad por su calidad de sangre. Los había de sangre limpia, españoles e indios, como también de naturaleza pecaminosa que eran las “mezclas viles” formadas principalmente por negros, mestizos y mulatos” (Traslosheros, 1994, p. 48). Y hay que agregar que durante la Independencia, “[…] los negros habían acordado el día en que habrían de dar muerte a los blancos y proclamar rey a un esclavo negro. Al propio tiempo, ya en la provincia de Veracruz, en las selvas de las cercanías del volcán Orizaba o Citlaltepetl, había muchos negros sublevados, cuyo número iba en aumento, al reunírseles los negros esclavos fugitivos y los hombres de la costa perseguidos por la justicia […]” (Querol, 1931, p. 125). Es la resistencia en todas sus formas lo que ha permitido la supervivencia de los pueblos afromexicanos y, por ende, su cultura.

Finalmente, debe reconocer entonces el Estado mexicano que la discriminación histórica de la población afromexicana ha sido una realidad, y que el aporte cultural ha sido importante en el desarrollo y consolidación de la identidad mexicana.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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